Se ha pasado el tiempo rápido, ¿verdad?. Ya es de nuevo 24 de diciembre y hoy es nochebuena, la celebración de la llegada de Nuestro Señor a la Tierra. Es bueno recordar eso en estos tiempos donde se le da prioridad a un viejo que pareciera haber salido de una pelí del Señor de los Anillos y se le denomina como "Espíritu de la Navidad", o se empiezan a comprar velas de colores para canalizar las energías fotónicas de la dimensión "X" mediante espejos apuntando a la dirección de la estrella de Omnicrón Persei 8 para tener estabilidad en los negocios y en el amor el año que viene. Ya lo dijo el ¿sabio? Matt Groening: "¿No estamos olvidando el verdadero sentido de la Navidad? Ya saben, el nacimiento de Santa". Simplemente sin comentarios, tal vez sólo son banalidades de comienzo de este siglo.
Pero es bueno que no permitamos que esas banalidades oculten la verdadera historia de lo que estamos celebrando entre hoy y mañana.
Hace dos mil y piquito de años Dios vio las cosas que ocurrían en nuestro planeta y los senderos que había tomado la humanidad y pues la verdad no le gustó mucho la situación. Un tanto molesto decidió que debía convivir con nosotros de manera física para ver si nos indicaba el camino correcto y nos empezábamos a portar bien de una vez por todas. Para esto, Dios envió a uno de sus ángeles para pedirle permiso a una mujer muy pura llamada María y le permitiera tener en su vientre a un niño varón que iba a ser la encarnación de Él mismo. María asombrada por la misión que le estaba siendo encomendada y que Dios,(a pesar de ser Dios y todo), le pedía permiso para tener a su Hijo en ella, y con lo difícil que iba a ser la empresa de tenerlo y luego criarlo, no dudó en decirle que SÍ.
Después de eso, Dios le pidió a un buen hombre llamado José, que acompañara en su misión a la joven María y que por supuesto se convirtiera en su apoyo en todo momento. María y José aceptaron así su destino con mucha valentía y con mucho amor. Pasaron muchas necesidades, sobre todo cuando tuvieron que viajar a Belén y no encontraban hospedaje en ningún lado ya sea porque los lugares donde podían hacerlo estaban ocupados o simplemente no les alcanzaba el dinero para pagarlo.
Cada vez se acercó más el momento en que María fuera a dar a luz y José aún no encontraba un lugar donde pasar la noche, así que armándose de valor, la joven y sagrada pareja decidió refugiarse en un pesebre, con animalitos y todo. Lejos de hacerlo en un cómodo hogar, el Niño Jesús, Nuestro Salvador, nació para felicidad de todos nosotros, allí en ese lugar olvidado por todos, allí aprovechando tan sólo el calor que su madre y su padre, además de una mula y un buey, podían generar en ese pobre pesebre. Allí fue donde Dios quiso que su Hijo viniera a nuestro mundo. Todo un ejemplo de humildad y de amor como nunca se había visto.
Muchas aventuras le esperaban a ese pequeño niño, un ser que desde antes de abrir los ojos ya sabía que tendría que hacer por todos nosotros y como iba a terminar su misión, todo esto solamente para enseñarnos un mandamiento que parecemos olvidar todos los días: “Amaos los unos a los otros, como yo les he amado”.
Bueno gente, no me queda más que desearles a todos que pasen este día en compañía de todos los suyos, que recuerden lo que realmente estamos celebrando en esta fecha tan, pero tan especial, ese regalazo que Dios nos mandó hace “dos mil y piquito de años” y que lamentablemente en este siglo como que hemos empezado a olvidar.
Se les quiere un montón y por supuesto, nos seguiremos leyendo…
¡FELIZ NAVIDAD PARA TODOS! ^_^
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